Opinión: El nuevo proyecto de ley de Quebec sobre símbolos religiosos plantea una nueva amenaza para la unidad de Canadá

Publicado por The Star, 04 de Abril del 2019.

 

Por primera vez en la historia de nuestra nación, los miembros de una variedad de comunidades se verán obligados oficialmente a elegir entre su religión y sus aspiraciones profesionales. Aunque no olvidemos cómo las comunidades indígenas fueron una vez vergonzosamente prohibidas por practicar sus propias enseñanzas espirituales en este país también. Tampoco los diversos momentos de nuestra historia en los que el racismo y la xenofobia influyeron en la política de inmigración.

Ahora, en nombre de la laicidad, el gobierno de Quebec sostiene esto es aún más importante que la libertad para practicar una religión. Debemos ver esta última legislación como una posible daga en el corazón de la identidad nacional de Canadá como una nación multicultural.

Ahora, los quebequenses y los recién llegados pertenecientes a minorías religiosas se preguntan ansiosamente cómo encajarán en la provincia. Esta ansiedad debe extenderse más allá de los límites provinciales. Uno de los asistentes parlamentarios del primer ministro, Christopher Skeete, ya opinó que se espera una conversación similar en el resto de Canadá.

Esta es la razón por la cual la acción del gobierno federal, o la inacción, podría impactar para siempre el carácter de nuestro país. ¿Permitirá que la provincia anule nuestros preciados derechos y libertades, desafiando la cuidadosa y exitosa política de inmigración que ha hecho de Canadá uno de los modelos de integración más exitosos del mundo? ¿O explorará todas las opciones legales en su caja de herramientas para hacer que Quebec cumpla con las normas de derechos humanos que los tribunales del país han presentado minuciosamente en las últimas décadas?

A medida que el populismo de derecha sigue amenazando los valores democráticos, los canadienses tendrán que resistir todos los esfuerzos que socavan nuestra identidad colectiva como país donde todos son bienvenidos y libres para contribuir lo mejor que puedan. Lo que usamos nunca debe tener en cuenta la ecuación.

¿Lograremos unirnos en torno a los principios de los derechos humanos y el multiculturalismo como nos unimos hace décadas en un esfuerzo por salvar a nuestro país? La respuesta tendrá implicaciones de gran alcance.

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